BLOQUE ZONA LIVRE em Construção

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quinta-feira, 7 de maio de 2009

16º Parte - Reflexiones sobre Las Revoluciones Imterrumpidas

, por Florestan Fernandes

LAS LECCIONES DE CUBA

En estas refl exiones, Cuba nos coloca frente a tres temas fundamentales: en ese país, las orientaciones de los estamentos dominantes, en las luchas por la independencia, siguieron las líneas comunes de América Latina: allí se evidencian mejor (o de una forma en la que no fue posible que se evidenciaran en el resto de América Latina) las tendencias centrífugas de la burguesía, su incapacidad total de desplazar la “defensa del capitalismo” a favor de la descolonización completa, de la revolución democrática y de la revolución nacional; por último, el camino recorrido por Cuba demuestra que no son la pobreza, el subdesarrollo y la “apatía del pueblo” los que convierten la miseria, la marginación sistemática y la exclusión política de las masas en precondiciones del “desarrollo económico”, sino la explotación capitalista dual, por la cual las clases dominantes internas y las naciones más poderosas de la tierra se asocian en un brutal latrocinio sin fi n. Quienes quieran conocer otros aspectos de la evolución revolucionaria de Cuba y de su desarrollo socialista tendrán que recurrir a un libro anterior, en el cual intenté trazar las etapas de profundización histórica de la Revolución Cubana.4

El primer aspecto ofrece un interés menor, pero debido al hecho de que en Cuba la página de la historia se ha dado vuelta por completo, el mismo tiene un signifi cado didáctico “concluyente”. La posición de los estamentos dominantes en las revoluciones de 1868 y 1895 y su incapacidad de corresponder a la necesidad revolucionaria global se hacen evidentes de forma ostensiva. Ante la imposibilidad de contener la revolución en el plano político, en las dos ocasiones aquellos estamentos se desplazaron hacia posiciones contemporizadoras y, fi nalmente, antinacionales y reaccionarias. En la guerra de 1868, favoreciendo la perpetuación transformada del régimen colonial español; en la guerra de 1895, favoreciendo una tutela neocolonial de los Estados Unidos, que exigía una amplia y prolongada colaboración institucional de las clases dirigentes cubanas. Lo que importa resaltar, para el caso, es que las estructuras económicas y sociales forjadas por la economía de exportación no identifi caban los estratos económicos y dirigentes con los intereses colectivos del pueblo. Al levantar las banderas de la independencia y de la formación de un Estado
independiente, aquellos estratos sólo completarían la revolución política si estuvieran en condiciones de imponer su control militar y su autoridad política a las fuerzas revolucionarias de extracción popular. Esta refl exión comparativa permite entender mejor qué sucedió, de manera reiterada, en el resto de América Latina: en casi todas las situaciones, los estamentos privilegiados no tuvieron necesidad de retroceder porque no se vieron bajo el riesgo probable de tener que llevar la revolución más lejos, hacia los niveles económico y social, si querían completar el ciclo de la transformación de las estructuras de poder en el ámbito de sus intereses particulares. El retroceso, por lo tanto, no presupone la “inviabilidad” de soluciones revolucionarias que no se concretaron. El mismo ilumina la historia: demuestra que, dentro del horizonte económico y político de los estamentos dominantes, o la revolución se concluía sin mayores consecuencias de reorganización de la economía y de la sociedad (interrumpiéndose a nivel político), o bien no se concluiría (es decir, cualquier victoria posible, con base en la actividad de las masas populares y de líderes militares revolucionarios más o menos autónomos, sería condenada al sabotaje). Es por este camino que se descorre todo el velo, que en otros países quedó retraído. Los estamentos privilegiados aceptaron la revolución para dar nacimiento a gobiernos bajo su control estricto, lo que provocaba que la transformación del Estado se operara bajo una eclosión revolucionaria circunscripta. Sin embargo, el crecimiento de la Nación fue, por esto mismo deliberada y cuidadosamente disociado de la revolución como proceso histórico-social. Ésta tendría que darse de a poco, a lo largo de una evolución conturbada, que llevaría, en diferentes lugares, a los mismos intereses “conservadores” y “antinacionales” a solapar la formación y la autonomización de la Nación.

4 Florestan Fernandes, Da guerrilha ao socialismo: a Revolução Cubana, São Paulo, T. A. Queiroz, 1979. Al fi nal del libro hay una bibliografía seleccionada sobre la Revolución Cubana.

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