BLOQUE ZONA LIVRE em Construção

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quinta-feira, 30 de abril de 2009

15º Parte - Reflexiones sobre las revoluciones interrumpidas


, por Florestan Fernandes

Los límites de la transformación capitalista, a pesar de la articulación entre clases burguesas nacionales y extranjeras, tenderán pues a escapar del control de la burguesía. En el marco de frustración histórica secular de América Latina y ante los conflictos de un capitalismo monopolista o neocolonial (que aún está por nacer) o dependiente (puesto en marcha y creciendo en algunos países clave) esa pérdida de control podrá convertirse, gradual o rápidamente, en un factor de agravamiento de la lucha de clases y de disgregación acelerada de la sociedad de clases capitalista.

Es imperioso que las clases trabajadoras se preparen para enfrentar tales situaciones históricas —que los sindicatos y los partidos obreros, principalmente, realicen un movimiento simétrico al de las clases burguesas, intentando unifi car sus fuerzas y crear una cooperación efectiva a pesar de las divergencias, para trabar las batallas decisivas de acuerdo con una estrategia propia y dentro de un escalonamiento que posibilite victorias sucesivas. De a poco, con el aumento del espacio histórico y político de las clases trabajadoras, las divergencias podrán fructifi car sin debilitar a sus agentes. Por el momento, estamos frente al inicio de dicho proceso —a pesar de Cuba—, del cual dependerán los límites externos más profundos: el fi n del colonialismo indirecto y el colapso del capitalismo salvaje.

terça-feira, 28 de abril de 2009

14º Reflexiones Sobre las Revoluciones Interrompidas

, por Florestan Fernandes

A esa “oportunidad histórica” de las clases burguesas le corresponde (y no podría dejar de corresponderle), una oportunidad histórica de las clases trabajadoras (incluso de sus sectores desposeídos más marginados). La “revolución burguesa atrasada” provocará —quiéranlo o no las elites económicas, políticas y militares de las clases burguesas— un ensanchamiento del espacio histórico de las clases trabajadoras y tendrá que abrir un espacio político creciente, por lo menos para el arbitraje de divergencias entre el capital y el trabajo y para la maduración de “movimientos radicales tolerados” (en realidad, estimulados como alternativas para desplazar a los jóvenes de los confl ictos ideológicos y a los obreros de la lucha de clases). Por este camino se delinea una situación histórica que tiene puntos de contacto con las viejas sociedades industriales europeas. Los proletarios y los trabajadores del campo podrán tener un acceso cada vez mayor al uso libre de medios de organización que son típicos del trabajo libre. Por lo tanto, el surgimiento y la maduración de la clase en sí y el desarrollo independiente de la clase en sí constituyen una realidad histórica ineludible. No se sabe a dónde nos llevará esto, pues bajo el desarrollo capitalista autosostenido (y con una base móvil de riqueza, robada a las colonias de varios tipos) las clases burguesas disponían de un espacio histórico y político para modifi car sus relaciones con el movimiento obrero, sindical y socialista. Por otro lado, es imposible anticipar el comportamiento colectivo de las clases trabajadoras, cómo van a reaccionar al condicionamiento psicológico en la industria y fuera de ella. Por eso, es imposible evaluar cómo se relacionará el movimiento proletario en América Latina con los cambios sociales progresivos en marcha, unos de tipo capitalista, otros de naturaleza socialista. El inmenso esfuerzo de cooptación externa, a través de sindicatos, partidos y órganos de comunicación masiva, podrá o no producir los resultados esperados. Por otro lado, la formación de una aristocracia obrera podrá o no provocar efectos equivalentes al servilismo sindical. En realidad, lo esencial es que éste es un momento de opción histórica para las clases trabajadoras y para sus grupos o movimientos de vanguardia. La oportunidad que han tenido los estamentos señoriales o privilegiados en las luchas contra la dominación metropolitana y por la Independencia comienza a confi gurarse para los de abajo. Ellos podrán entrar en las corrientes históricas de defensa del capitalismo, engrosando las fi las de la contrarrevolución abierta o disimulada. Pero también podrán avanzar directamente en la dirección de las corrientes históricas de nuestra época, que llevan al socialismo y a un nuevo patrón de civilización.

Dadas las proporciones de la masa de desheredados y el carácter concentrador de la riqueza y de la participación cultural que el capitalismo monopolista está asumiendo en la periferia (por supuesto que la intensidad aterradora de la concentración por el momento es circunstancial, pero también es previsible que el capitalismo monopolista dependiente necesitará mucho tiempo para diluir la tendencia a la hiperconcentración), lo que se puede imaginar es que las clases burguesas enfrentan difi cultades insuperables. Ellas no pueden repartir la torta entre el centro y la periferia y, dentro de la periferia, entre apetitos tan diversos, y aún contar con alternativas para superar históricamente el dilema económico del capitalismo en América Latina. Es decir, el carácter de eslabones débiles no sólo se preserva, sino que se fortalece. El desarrollo desigual y combinado podrá manifestarse dentro de un juego de apariencias ilusorio. A pesar de ello, los “polos insatisfechos” tenderán a salirse del camino y buscarán su propia trayectoria. Quienes buscan el consenso por la cooptación y por la falsifi cación de la realidad acabarán enfrentándose a la realidad cruda: una era de lucha de clases, que pondrá a la violencia organizada al servicio de las clases trabajadoras del campo y de las ciudades. Aunque esa era, al principio, pueda ser compatibilizada con la “reforma del capitalismo” (como ya sucedió antes, bajo revoluciones burguesas “clásicas”), a mediano o a largo plazo ella tendrá que saltar por sobre sus ejes menores, volverse anticapitalista primero y socialista después.

quarta-feira, 15 de abril de 2009

PALABRA ZAPATISTA - De elefantes, hormigas y revoluciones



A Proceso, La Jornada, El Financiero, Tiempo:

Señores:

Van comunicados sobre "financiamientos extranjeros" y nuevo comisionado para la paz. Además, completamente gratis, un prólogo coleccionable para ediciones marginales y piratas de los comunicados. De nada, no hay por qué darlas... todavía.

Me enternecen hasta las lágrimas las denuncias de los autodenominados diputados del (¿alguien lo duda?) PRI, Ramón Mota y Cuauhtémoc Sánchez. Que alguien me haga el favor de informarle a esos señores que si hubiéramos tenido financiamiento extranjero nosotros estaríamos designando al comisionado de paz; los señores Ramón Mota y Cuauhtémoc Sánchez estarían presos y siendo juzgados por ilegítimos y por fraude y malversación de fondos; el diálogo de San Cristóbal se hubiera dado en el Ajusco y estaríamos discutiendo, ahora, la posibilidad de darle al "Revolucionario Institucional'' el reconocimiento de "fuerza política en formación". Finalmente, hubiera sido más original culparnos por "crear el clima propicio" para la "Batalla del Angel" y para facilitar los penaltis (¿así se escribe?).

Vale, salud y un antiácido para la cruda por el exceso de búlgaros.

Desde las montañas del sureste mexicano

Subcomandante insurgente Marcos

P.D. que guarda los banderines hasta dentro de cuatro años. Yo hubiera metido a Hugo. La culpa no la tiene Miguel, al que hay que reclamarle es a Emilio ("el que paga manda"). Lo de Maradona fue un crimen. A ver cuándo le toca su primero de enero a la FIFA.

P.D. que hace una moción a la mesa; la mesa pregunta si es moción de orden o de procedimiento. La P.D. aclara que en realidad es una moción a la moción; la mesa abre un debate para ver si procede. 17 horas después la P.D. toma por asalto el micrófono, sacude su melena alborotada, envuelve a la asamblea con la luz de su mirada y dice así, con entonado acento: "el consenso es la garantía que tiene la minoría de poder imponer su voluntad a la mayoría".

P.D. que, iluminada por la luz de la hoguera, explica que hay que hacer una revolución y cuenta un cuento para niños disfrazados de adultos y para adultos disfrazados de niños. El cuento se llama:

De elefantes, hormigas y revoluciones.

Decía Julio Cortázar que decía Marcel Duchamp que los elefantes son contagiosos, y decía Julio que él agregaría que las revoluciones también son contagiosas.

Y las hormigas, Julio. Basta ir a mi cuartel donde, con paciencia y dedicación, se han instalado en las paredes, el suelo y hasta en el techo. Eso sí, faltará el alimento, pero hormigas tenemos para rato o, más bien, ellas nos tienen a nosotros, y la convivencia pacífica es nuestra garantía de supervivencia. Los elefantes, está claro, confirman una vez más que la naturaleza imita al arte y esa pesada asimetría lo reconcilia a uno consigo mismo.

Pienso que la historia habrá de hacerles justicia algún día a los elefantes, sobre todo si son de color violeta y la trompa verde. Este ser noble y modesto mucho tiene de símil con la hormiga, por más que sus relaciones sean, como las llamarían los "brillantes" politicólogos, de guerra fría (que en nuestra América está ya en punto de ebullición). ¿Ves cómo tengo razón? Apenas está uno hablando de elefantes y hormigas y ya tocan a la puerta los servicios de inteligencia made in Fort Gullick, cosa que al elefante lo deja imperturbable y de la hormiga ni hablamos, bastante trabajo tiene con el azúcar que derramé al servirme el café.

Bueno, pero trataba de decir que las hormigas y los elefantes tienen sospechosas similitudes. Por ejemplo, los elefantes les gustan a los niños, pero es de notar que los dueños de circos y zoológicos no comparten ese entusiasmo cada vez más acallado por grupos "musicales" y etcéteras vestidos con modas galácticas (o eso creen), porque si no, no me puedo explicar cómo obligan a los paquidermos a viajar en esos camiones tan incómodos y oscuros. En fin, los elefantes son seres incomprendidos y también las hormigas. Por ejemplo, el otro día un sanitario me ha soltado un largo discurso sobre lo antihigiénicas que son las hormigas y las bondades que nos traería acabar con ellas.

No lo creo. Además de la simpatía que me provocan, acabarían venciendo en esa pequeña guerra que nos iría agotando mientras ellas crecen. Todos los cursos de contrainsurgencia y todas las maniobras militares no bastarían para siquiera intimidarlas. Son más y conocen mejor el terreno. Yo estoy por una alianza o, por lo menos, un pacto de no agresión, de convivencia pacífica. Esto último creo que ha dado resultado. El cuartel tiene sus horarios. En la intendencia, por ejemplo, hay horas para que hombres y mujeres deambulen neciamente en ese lugar y horas para que las hormigas busquen alimento o se paseen en las piedras porque afuera está el calor o la lluvia. En fin, en estos pocos días hemos sido felices. Admito que tratándose de elefantes el problema crecería desmesuradamente, pero creo que terminaremos arreglándonos. Sí, sí, ya sé que los sanitarios, iracundos, se disponen a escribir sendas cartas hablando de la cantidad de microbios que las hormigas acarrean, y ni hablar de los elefantes, pero creo que me doy a entender. Las revoluciones también son antihigiénicas... para el neoliberalismo. Sobre todo porque son contagiosas (como los elefantes y las hormigas). Y así como hay que aprender a amar a las hormigas y los elefantes, hay que aprender a amar y hacer las revoluciones.

Volviendo a la relación entre las hormigas y los elefantes, a mí no me convence esa aparente indiferencia que asumen una al paso del otro. Sospecho una secreta alianza en ese ignorarse mutuamente. Tal vez se ayudan sin saberlo nosotros; tal vez tras las grandes orejas se esconden las hormigas por millones, recuperan fuerzas, conspiran y preparan el contraataque cuando alguna campaña higiénica las ha obligado a un repliegue táctico; tal vez las hormigas construyen bajo tierra inmensas galerías para resguardar a los elefantes cuando los niños terminen por olvidarlos y queden en las perversas manos de los dueños de los circos. ¿A dónde irían si no bajo tierra a esconderse? ¿Dónde podrían rehacer sus fuerzas sin que fuertes cazadores armados con napalm los encontraran? Quién dice que no, a lo mejor...

Por ejemplo, cuando veo un elefante, en las afueras de un circo o en un zoológico, se me contagia casi inmediatamente y sé que me miran con secreta complicidad, dándome a entender que se preparan para rebelarse. Seguro es que las jaulas no ni tampoco las cadenas que los atan. Las romperán un día e irán felices a retozar, por fin, en los jardines y a comer todo el algodón de azúcar que quieran (todo elefante que se respete enloquece de gusto con el algodón de azúcar y con retozar en los jardines y mejor si tienen una fuente).

Por esto, y por otras cosas, hay que hacer una revolución...

PALABRA ZAPATISTA - La historia de Durito


10 de abril de 1994.

Subcomandanta Mariana Moguel:

La saludo con respeto y la felicito por el nuevo grado que adquirió con su dibujo. Permítame contarle una historia que, tal vez, algún día entenderá. Es la historia de...

DURITO

Te voy a platicar una historia que me pasó el otro día. Es la historia de un pequeño escarabajo que usa lentes y fuma pipa. Lo conocí un día que estaba buscando el tabaco para fumar y no lo encontraba. De pronto, a un lado de mi hamaca vi que estaba caído un poco de tabaco y que se formaba una hilerita. La fui siguiendo para ver dónde estaba mi tabaco y averiguar quién carajos lo había agarrado y lo estaba tirando. A unos cuantos metros y detrás de una piedra me encontré a un escarabajo sentado en un pequeño escritorio, leyendo unos papeles y fumando en una pipa diminuta.

-Ejem, ejem -dije yo para que el escarabajo se percatara de mi presencia, pero no me hizo caso.

Entonces le dije:

-Oiga, ese tabaco es mío.

El , escarabajo se quitó los lentes, me miró de arriba a abajo y me dijo muy enojado:

-Por favor, capitán, le suplico que no me interrumpa. ¿Qué no se da cuenta de que estoy estudiando?

Yo me sorprendí un poco y le iba a dar una patada, pero me calmé y me senté a un lado para esperar a que terminara de estudiar. Al poco rato recogió sus papeles, los guardó en el escritorio y, mordisqueando su pipa, me dijo:

-Bueno, ahora sí. ¿En qué puedo servirle, capitán?

-Mi tabaco -le respondí.

-¿Su tabaco? -me dijo-. ¿Quiere que le dé un poco?

Yo me empecé a encabronar, pero el pequeño escarabajo me alcanzó con su patita la bolsa de tabaco y agregó:

-No se enoje, capitán. Comprenda que aquí no se puede conseguir tabaco y tuve que tomar un poco del suyo.

Yo me tranquilicé. El escarabajo me caía bien y le dije:

-No se preocupe. Por ahí tengo más.

-Mmh -contestó.

-Y usted, ¿cómo se llama? -le pregunté.

-Nabucodonosor -dijo, y continuó- pero mis amigos me dicen Durito. Usted puede decirme Durito, capitán.

Yo le agradecí la atención y le pregunté qué era lo que estaba estudiando.

-Estudio sobre el neoliberalismo y su estrategia de dominación para América Latina -me contestó.

-Y eso de qué le sirve a un escarabajo -le pregunté.

Y él me respondió muy enojado: "Cómo que de qué? Tengo que saber cuánto tiempo va a durar la lucha de ustedes y si van a ganar o no. Además, un escarabajo debe preocuparse por estudiar la situación del mundo en el que vive, ¿no le parece capitán?"

-No sé -le dije-. Pero ¿para qué quiere saber usted cuánto tiempo va a durar nuestra lucha y si vamos a ganar o no?

-Bueno, no se ha entendido nada -me dijo poniéndose las gafas y encendiendo su pipa. Después de echar una bocanada de humo continuó:

-Para saber cuánto tiempo nos vamos a estar cuidando los escarabajos de que no nos vayan a aplastar con sus bototas.

-¡Ah! -dije

-Mmh -dijo él

-¿Y a qué conclusión ha llegado usted en su estudio? -le pregunté.

Él sacó sus papeles del escritorio y los empezó a hojear.

-Mmh... mmh -decía a cada rato mientras los revisaba.

Después que acabó de hacerlo, me miró a los ojos y me dijo:

-Van a ganar.

-Eso ya lo sabía -le dije. Y agregué: -Pero ¿cuánto tiempo va a tardar?

-Mucho -me dijo suspirando con resignación.

-Eso también ya lo sabía... ¿No sabe cuánto tiempo exactamente? -pregunté.

-No se puede saber con exactitud. Hay que tomar en cuenta muchas cosas: las condiciones objetivas, la madurez de las condiciones subjetivas, la correlación de fuerzas, la crisis del imperialismo, la crisis del socialismo, etcétera, etcétera.

-Mmh -dije yo.

-¿En qué piensa, capitán?

-En nada -le contesté-. Bueno señor Durito, tengo que retirarme. Tuve mucho gusto en conocerle. Sepa usted que puede tomar todo el tabaco que guste cuando quiera.

-Gracias capitán. Puedes tutearme si quieres -me dijo.

-Gracias Durito. Ahora voy a dar orden a mis compañeros de que está prohibido pisar a los escarabajos. Espero que eso ayude.

-Gracias, capitán, nos será de mucha utilidad tu orden.

-Como quiera que sea, cuídese mucho porque mis muchachos son muy distraídos y no siempre se fijan dónde ponen el pie.

-Así lo haré, capitán.

-Hasta luego.

-Hasta luego. Ven cuando quieras y platicaremos.

-Así lo haré -dije, y me retiré hacia la intendencia.

Es todo Mariana, espero conocerla personalmente algún día y poder intercambiar pasamontañas y dibujos. Vale.

Salud y otros colorines, porque con los que usaste seguro se acabó la tinta.

Supcomandante insurgente Marcos

Montañas del sureste mexicano.

quinta-feira, 9 de abril de 2009

13º - Reflexiones Sobre la Revioluciones Interrumpidas


, por Florestan Fernandes

Desde esa perspectiva, la cuestión de los límites de la transformación capitalista se vuelve esencial. Al contrario de lo que muchos piensan, las clases burguesas avanzan en dos direcciones simultáneas, no se han detenido: aceleraron el desarrollo capitalista de modo unilateral, tratando de “quemar etapas” como puedan y sin arriesgarse; buscaron una articulación más fl exible y efi caz entre el “capital interno”, el “capital externo” y la actuación del Estado. El primer punto merece seria atención. No es probable que los riesgos potenciales crecientes de la modernización tecnológica, de la industrialización masiva y de la excesiva concentración de los “polos dinámicos” no hayan sido tenidos en cuenta. Los avances en esa dirección sólo quieren decir una cosa: las clases burguesas están preparadas para enfrentar, de manera escalonada, tales riesgos, y están trabajando con ellos de la misma forma “articulada” y según los “dictámenes de la cooperación internacional”: la modernización institucional fue desplazada hacia esa área y ya se puede percibir cuáles son las tendencias de su crecimiento, ya sea en los sindicatos, en las universidades y escuelas superiores, en los programas de “mejora de la calidad de vida” y de “planifi cación comunitaria”, o en la actuación de los partidos del centro y de los sectores conservadores de la Iglesia católica. Dos fenómenos concomitantes pueden favorecer inmediatamente esas tendencias: la formación de una pequeña burguesía laboriosa en la cresta del trabajo industrial califi cado y los efectos directos o indirectos de la tecnología de capital intensivo. El segundo punto ha sido observado de manera muy superfi cial en las esferas del pensamiento crítico, teórico o activista. Muchos dan por sentado que el confl icto sectorial de intereses o el antagonismo básico entre el “capital nacional” y el “capital extranjero” impiden una acción coordinada de las clases burguesas. Y es generalizada la propensión a tomar en serio las reclamaciones de algunos estratos de la burguesía con respecto al “gigantismo” económico estatal. Es necesario poner las cosas “en su lugar”, en términos de la situación total. Desde ese ángulo, se percibe que existen dos movimientos simultáneos y convergentes del capital: uno que proviene de las multinacionales y de las naciones capitalistas hegemónicas y se dirige hacia los países huéspedes clave, otro que sale de estos países y va en sentido opuesto. Éste constituye un movimiento histórico, y si no crece y se consolida, el capitalismo se desintegrará con mayor rapidez.

Por lo tanto, la articulación y la cooperación ordenada de acuerdo con planes no son esporádicas, sino que forman parte de la naturaleza íntima del capital monopolista en la fase actual. En consecuencia, el Estado y la Nación no pierden su particularidad y su efi cacia para las clases burguesas. Pero ambos son colocados dentro de la estrategia global de la lucha contra el socialismo y de la necesidad de crecimiento continuo. ¿Qué representa esto para la periferia, particularmente para las naciones capitalistas neocoloniales y dependientes de América Latina? Probablemente que la seguridad en bruto deberá, a mediano plazo, ser reemplazada por seguridad consensuada, obtenida, si fuera preciso, sobre la base de la cooptación generalizada de ciertos segmentos de las clases medias y del proletariado. Las funciones legitimadoras del Estado capitalista deberán crecer, pero ese proceso nuevamente se volverá contra los intereses de esas naciones y de sus mayorías pobres. Habrá abundancia de televisores para suavizar los sacrificios y se recurrirá ampliam visible en la “calidad de vida”. Sin embargo, a juzgar por los Estados Unidos, nos aguarda un período terrible y angustiante (si no se intenta —o si se intenta sin éxito— revertir las tendencias históricas del capitalismo monopolista imperializado de las naciones capitalistas estratégicas de la periferia).

sexta-feira, 3 de abril de 2009

Passagens da Guerra Revolucionária - Altos de Conrado

, por Cmte. Che Guevara

Os dias seguintes do combate de Mar Verde foram de febril atividades, oconvencimento de que ainda nossas forças não tinham a capacidade combativa suficiente e para organizar lutas contínuas ou cercos eficazes, nem para resistir ataques frontais, fazia que se extremassem as precauções no Vale de El Hombrito.

Quatro ou cinco dias depois do encontro de Mar Verde, se deu a ordem de alarme de combate, avançavam as tropas de Sánchez Mosquera pelo caminho lógico, e que vai diretamente de Santa Ana a el Hombrito. Avisou-se imediatamente às emboscadas e se checaram as minas. Estas primeiras minas fabricadas por nós tinham uma rudimentar espoleta feita com uma mola e um prego que, ao liberar-se, impelido pela mola golpeava o detonador, porém, não tinham funcionado na emboscada de Mar Verde, e esta vez, também pouco funcionaram.

Retiramo-nos lentamente pelo caminho que vai na direçao de altos de Conrado. O lugar era magnífico para fazer uma emboscada, ali somente podia-se chegar por três estreitas sendas ondulantes pelos firmes das colinas, muito arborizados e, portanto, muito fáceis de defender, todo o resto está definido por rochedos abruptos e por ladeiras igualmente abruptas, sumamente difíceis de escalar.

Num lugar onde há uma pequena furna, o caminho se abre. Ali preparavam as condições para resistir o ataque das forças de Sánchez Mosquera. E também desde o primeiro dia, no fogão da casa, colocamos duas bombas com seus estopins, a armadilha era muito simples se nos retirávamos provavelmente eles ficariam na casa e usariam o fogão. No meio das cinzas, cobertas totalmente por elas, estavam as duas bombas, calculávamos que o calor do fogo ou alguma brasa que se pusesse em contato com os estopins, as faria estourar fazendo uma boa quantidade de baixas, mas, naturalmente, esse era o recurso posterior, primeiro havia que lutar nos Altos de Conrado.

Ali estivemos pacientemente esperando, durante três dias, fazendo guardas constantes as 24 horas. As noites eram muito frias e úmidas a aquelas alturase naquela épocado ano, realmente, nem tínhamos a preparaçao necessária nem o hábito de passar toda a noite em posiçao de combate à intempérie.

Meu posto estava a uns vinte metros em uma posição oblíqua, atrás de um tronco que me protegia a metade do corpo e apontando diretamente à entrada da estrada onde vinham os soldados. Alguns companheiros e eu não podíamos olhar no primeiro momento, pois estávamos num lugar descampado e seríamos visiveis; deviámos esperar que Camilo abrisse fogo.entrevendo, contra a ordem que eu mesmo tinha dado, pude apreciar esse momento tenso antes do combate em que o primeiro o primeiro soldado apareceu olhando desconfiado a um e outro lado e foi avançando lentamente. De verdade, tudo ali cheirava a emboscada, era um espetáculo estranho a paisagem, o espaço descampado com um pequeno manacial corria constantemente, no meio da exuberância da floresta que nos rodeava. Escondi a cabeça esperando o começo do combate; soou um disparo e em seguida se geralizou o fogo. Depois inteirei-me que nao tinha sido Camilo o que disparou; Ibrhim, nervoso pela espera, disparou antes do tempo e em poucos instantes tinha-se generalizado o tiroteio, embora, na realidade de cada posto de observação se podia ver muito pouco. Nossos tiros isolados com pretensões de levar a morte em cada um e os disparos da soldadesca, dilapidados em longas rajadas, “juntavam-se, mas não se misturavam“, reconhecendo-se num e outro ruído a identidade de quem os fazia. Aos poucos minutos, cinco ou seis, se sentiu sobre nossas cabeças os primeiros assovios de morteirosou bazucas que disparavam os soldados, mas que passavam de longe.

De repente senti a desgradável sensação, um pouco como de queimadura ou da carne dormente, sinal de um balaço no pé esquerdo que não estava protegido pelo tronco. Acabava de disparar com meu fuzil, simultaneamente com a ferida ouvi o estrépito de pessoas que avançavam rapidamente sobre mim, partindo ramas, como a passo de carga. O Fuzil não me servia, pois acabava de disparar, a pistola, ao estar estirado no chão tinha caído, ficando debaixo do corpo e nao podia levantar-me porque estava diretamente exposto ao fogo do inimigo. Revolvendo como pude, com desesperada celeridade, cheguei a empunhar a pistola no mesmo momento em que aparecia um dos nossos combatentes de nome Cantinflas. Sobre a angústia passada e a dor da ferida, interpunha-se de repente o pobre Cantinflas, dizendo-me que se retirava porque seu fuzil estava encasquilhado. O tomei violentamente das mãos enquanto se agachava a meu lado e examinei seu Garand, somente tinha o clipe levemente de lado e isso tinha entravado. Eu o compus com um diagnóstico que cortava como uma navalha: “você o que é um cafageste”, Cantinflas, Oñate de sobrenome, o fuzil e incorporou-se, deixando o refúgio do tronco, para esvaziar seu pente de Garand em demonstração de coragem. Porém, não pôde fazê-lo completo porque uma bala pentrou-lhe pelo braço esquerdo saindo pela omoplata, depois de cobrir uma ciriosa trajetória. Já éramos dois feridos no mesmo lugar e era difícil retirar-nos sob o fogo, tínhamos que deslizar sobre os troncos da tumba e depois caminhar debaixo deles, feridos como estávamos e sem saber do resto das pessoas. Pouco a pouco o fizemos, mas Cantinflas ia desmaiando e eu, que apesar da dor, podia mover-me melhor, cheguei até onde estavam os demais para pedir ajuda.

Se sabia que tinha alguns mortos entre os soldados, embora nao o número exato. Depois de resgatados os feridos (nós dois)nos fomos afastando até a casa de Polo Torres, dois ou três quilometros Maestra abaixo. Depois de passado o primeiro momento de euforia e a emoção do combate, a dor cada vez era mais intensa impedindo-me de caminhar.

O tiroteio tinha já cessado e nós supusemos que já tinham tomado os Altos de Conrado. Estabelecemos os postos para detê-los na beira de um pequeno arroio no lugar batizado por nós com o nome de Pata de la Mesa, enquanto organizávamos a retirada dos camponeses com suas famílias e enviávamos a Fidel uma comprida carta explicando os fatos.

quarta-feira, 1 de abril de 2009

12ª Parte - Reflexiones Sobre Las Revoluciones Interrumpidas

, por Florestan Fernandes

El dilema económico de América Latina consiste en que esa óptica burguesa no cuestiona históricamente la forma del desarrollo capitalista, sino que se mira hacia el modelo vigente en determinado momento del desarrollo capitalista (o hacia un modelo idealizado, a través del cual ciertas burguesías lograron su arranque industrial y la constitución de una sociedad de clases capaz de contener y regular el antagonismo central entre el capital y el trabajo). Ahora bien, la forma del desarrollo permitiría cuestionar lo que ya List había descubierto: el país o los países más fuertes tendrían un control del mercado mundial y ventajas crecientes en la acumulación capitalista. Los países que no pretendieran someterse a controles externos coloniales y semicoloniales o que quisieran escapar a una dependencia económica ruinosa tendrían que luchar por su autonomía de desarrollo capitalista. Por su parte, los modelos de desarrollo podían ser compartidos con las economías periféricas. En realidad, para que la colonización se realizara o para que la situación neocolonial y la situación de dependencia produjeran frutos, resultaba imperioso compartir el modelo, por lo menos en la medida y en los límites en que las economías coloniales, neocoloniales y dependientes tuvieran que encajarse en las estructuras y en los dinamismos económicos del centro o de los centros dominantes. Ello no signifi caba que, en determinado momento, alcanzarían el desarrollo de dichos centros, lo igualarían y lo superarían. Porque, en las situaciones coloniales, neocoloniales y de dependencia, esto era imposible (y hasta el día de hoy, según Baran, sólo ha sucedido en los Estados Unidos y en Japón, y por motivos que no son intrínsecos a esas situaciones y tienen que ver con la ruptura política respecto a ellas y su disgregación deliberada, como parte del “cálculo económico racional” y de la “razón política nacional independiente”). Lo que ocurrió en América Latina, a escala universal, fue que los estamentos dominantes y privilegiados prefi rieron optar por la línea más fácil de sus intereses y ventajas, dándoles prioridad total a las soluciones económicas montadas en el período colonial, con todas sus aberraciones. Hicieron el célebre “gran negocio” con referencia a las respectivas naciones en eclosión histórica, alineándose con Inglaterra o con otros países para compartir con esos centros la explotación de sus propios pueblos. Hoy en día está de moda la palabra “cooptación” y se podría decir, blandamente, que “fueron cooptados desde afuera”. Pero esto no sería verdad. En su horizonte intelectual, económico y político, las elites de esos estamentos no veían, colectivamente, en la Nación independiente una salida histórica. Ésta fue arrojada hacia un futuro remoto y se empezó a construir un mundo capitalista neocolonial (que, en unos pocos países, sirvió de base para el fl orecimiento ulterior del capitalismo dependiente).

Esto signifi ca que el dilema económico expresado a través del capitalismo neocolonial y del capitalismo dependiente no fue un simple producto de las corrientes de la historia moderna. Los países europeos (y más tarde los Estados Unidos) no impusieron nada que fuera inevitable. Las fuerzas movilizadas para lucharcontra las dos metrópolis fueron desmovilizadas por los sectores civiles y militares. Esto comenzó a preocupar a aquellas elites de manera sustancial; fue como impedir que la herencia colonial se disgregara, se escabullera entre sus dedos. No se podrá decir que tal opción tendría valor y vigencia para siempre. Sin embargo, hoy en día, bajo el capitalismo monopolista e imperialista, está claro que por sí mismo el desarrollo capitalista no ofrecerá nuevas alternativas a las naciones latinoamericanas que se encuentran en situación neocolonial o en situación de dependencia. Ellas podrán pasar por los períodos de las economías centrales —y esto está ocurriendo en las principales economías y sociedades de la región—, pero esos períodos no podrán reproducir los mismos efectos, porque el contexto histórico, la estructura de la economía, de la sociedad y del Estado, son diversos bajo la forma neocolonial o dependiente de desarrollo capitalista. México, Argentina, Brasil, Uruguay y Chile, sin hablar de los países que no han roto las barreras neocoloniales hasta hoy, por ejemplo, indican claramente todo esto. Cuando prematuramente la presión de abajo hacia arriba se intensifi có de modo revolucionario, la misma fue aniquilada, aplastada, y sirvió de pretexto para modalidades políticas de autodefensa de la burguesía que recuerdan la autocracia y el despotismo. Por otro lado, en la medida en que el período de la formación del proletariado alcanzó mayor madurez y trató de organizarse para desarrollarse como clase independiente, el proceso fue contenido, interrumpido o interceptado por la violencia organizada. En consecuencia, las fuerzas sociales, que podrían funcionar como contrapeso y poner en la escena histórica el problema de la forma del desarrollo capitalista, ni siquiera han podido hacerlo. Las tenazas de la historia son cerradas por las manos de los hombres: los hombres que están en el poder, dentro de las empresas, de las instituciones sociales y del Estado, y que no ven otra cosa a no ser lo que pueden extraer del botín, aliados con socios de varias categorías sociales de adentro y de afuera.

Por tal motivo, elegí el concepto de “transformación capitalista” con el cual trabaja Lukács, y puse el énfasis en los límites que aquélla sufre inevitablemente. No quiero decir con esto que la revolución burguesa haya fracasado, como incluso piensan algunos científi cos sociales de reconocidos méritos, liberales o de izquierda. El punto más grave, que se confi guró en las naciones latinoamericanas de mayor envergadura económica, demográfica y política, es que la revolución burguesa acabó defi niéndose y desatándose por la cooperación con el polo externo y a través de iniciativas modernizadoras valiosas, desencadenadas por el polo externo. El Estado autocrático burguês (o como otros lo prefi eren, el Estado neocolonial, o incluso Estado de seguridad nacional) acabó siendo el eslabón mediador por el cual una revolución que dejó de ser hecha por decisión histórica está caminando por la senda de la modernización dirigida y autocrática y por la transformación de estructuras previamente encauzadas o esterilizadas. En realidad, en la medida en que la forma del desarrollo capitalista no era tocada por los intereses mayores, el nuevo modelo de desarrollo capitalista tenía que conducir en esa dirección. El mismo es internacionalizante por contingencia histórica (la lucha de vida o muerte con las naciones socialistas) y por su dinamismo interno (el capitalismo de la era del imperialismo, que tiende a unificarla autodefensa y la seguridad de la empresa mundial en la esfera de la producción, del mercado y de las fi nanzas). Por lo tanto, la burguesía externa sacudió la apatía y las ilusiones de progreso espontáneo que tenía la burguesía neocolonial y dependiente, y la revolución burguesa se profundizó, literalmente, como una catástrofe histórica. La periferia verdadera del capitalismo monopolista avanzado está siendo construida ahora, en nuestros días. La misma será profundamente modernizadora, provocará transformaciones nunca antes soñadas de la economía industrial y de la sociedad de clases. Empero, para mantener el desarrollo desigual y combinado, en términos de las ventajas estratégicas de las clases burguesas, del centro y de la periferia, tendrá que despojar a la revolución burguesa de los atributos que han defi nido su grandeza histórica en la evolución de la civilización moderna.

10º Parte - REFLEXIONES SOBRE LAS REVOLUCIONES INTERRUMPIDAS

, por Florestan Fernandes

Puede parecer que las pinturas del cuadro descrito son demasiado sombrías. En realidad, ese quadro corresponde por completo a los países que se encuentran en una situación neocolonial y, casi por completo, a los países en los que el capitalismo dependiente cuenta con un mercado interno de bajo dinamismo y con una industrialización incipiente o intersticial. Aun así, la facilidad con que la contrarrevolución burguesa llevó a la implementación de las dictaduras militares, a un Estado autocrático-burgués de contornos bien defi nidos y a una mayor imperialización de las economías latinoamericanas más avanzadas, comprueba que el cuadro también se aplica a los antiguos baluartes del radicalismo burgués, como Argentina, Uruguay o Chile. Ese cuadro es importante para poner a la “interrupción” de la revolución burguesa en su lugar: las “reformas típicamente burguesas” son reversibles o un juego de apariencias. Tomemos la reforma agraria en México: las oscilaciones y los retrocesos habrían sido imposibles si los campesinos y las poblaciones indígenas hubieran dispuesto de medios organizados de lucha de clases. Las clases burguesas no tendrían cómo anular las reformas o las transformaciones en el campo, tomando con una de las manos lo que se habían visto obligadas a entregar con la otra. En defi nitiva, no tendrían la “libertad” de congelar el espacio histórico o de manipular a su antojo el espacio político. O si no, tomemos el paradigma actual de la democracia burguesa: ¿qué representa la riqueza de Venezuela para las clases subalternas y destituidas? ¿Por dónde pasan las reformas típicamente burguesas en ese país, después de que el petróleo garantizara un nuevo tipo de afl encia a las clases burguesas? El ejemplo más dramático, no obstante, es el de Chile. He visto a los campesinos descender en masa de los trenes en Concepción, marchar organizadamente por la ciudad y crear un bramido colectivo de esperanza en el futuro. Enseguida, pude ver cómo el arco se curvaba desde la contrarrevolución burguesa y desde la contrainsurgencia de las naciones capitalistas centrales, dirigidas por los Estados Unidos. ¿Qué otra cosa indican esas situaciones históricas, a no ser que el desarrollo desigual y combinado, en determinadas circunstancias, puede favorecer al polo que frena la historia y conduce el proceso político hacia atrás? Sin liberar a las masas rurales de la servidumbre disfrazada y a los trabajadores agrícolas de la condición real de trabajadores semilibres, el régimen de clases sociales no tiene manera de funcionar normal y constructivamente, porque no es el desarrollo capitalista por sí mismo el que fomenta la “revolución” democrática, la “revolución” nacional y las otras reformas capitalistas. Si las clases trabajadoras no son capaces de unirse y de impedir las regresiones, el desarrollo capitalista puede operar al revés, “acelerando” el enriquecimiento “lícito” e “ilícito” de las clases burguesas nacionales y extranjeras.

La moraleja de esta historia se hace evidente: el congelamiento de la descolonización constituye una ventaja estratégica para la burguesía en la lucha de clases, pues otorga una supremacía permanente a las clases poseedoras, a sus estratos dominantes y a sus elites políticas. Ellos no son perjudicados, sino más bien extremadamente favorecidos por los efectos negativos y destructivos de tal congelamiento. Pueden, incluso, realizar seudorreformas y usar la demagogia más descarada o la propaganda pura y simple, y aun así amarrar a su vagón político a amplios sectores de las masas populares como si fueran autómatas. Por otro lado, si éstas avanzan por dentro de la transformación capitalista y tratan de imponerles a las clases burguesas las reformas más urgentes para sanear el desarrollo capitalista, y llegan a crear, de esta manera, una situación prerrevolucionaria o revolucionaria (“dentro del orden”), aún queda el recurso fácil de la violencia armada. La función del congelamiento de la descolonización es exactamente ésa, en la estrategia de la lucha de clases de los dueños del poder. Alternativamente, está claro que las sociedades latinoamericanas “son poco seguras”. La desestabilización, palabra clave de la contrainsurgencia, está siempre golpeando las puertas del Estado capitalista “débil”: éste no cuenta con el apoyo de la Nación, sino sólo de la parte de la sociedad civil que constituye la Nación del capital. Cualquier desplazamiento en el sistema de opresión y de represión engendra una oportunidad histórica —e incluso sin las condiciones de lucha de clases organizada, “los de abajo” irrumpen en la historia. Ésta es la otra cara de la moneda de la ley del desarrollo desigual y combinado. Hasta el presente, esa ley sólo ha funcionado en Cuba; sin embargo, la prueba fue crucial. Las clases desposeídas avanzaron tan lejos como los revolucionarios y continúan exigiendo más, pues la revolución es permanente. No obstante, las “condiciones de atraso” (es decir, las proporciones en las cuales la descolonización sofocada trabaja contra la masa mayor de la población desposeída) aconsejan una lucha sin cuartel por la movilización de esa masa, por su organización en clases sociales y por el desarrollo de las mismas como clases independientes. Es fundamental que su nivel de compromiso político quede más o menos dentro del orden y de las “reformas burguesas”, especialmente si las clases dominantes demuestran estatura política para salir de la presente estabilización por la miseria y por la opresión. Sin embargo, sólo ese hecho ya sería una alteración monumental. Porque en ese momento, un amplio sector de las sociedades nacionales entrará en el juego político activo, consciente y organizadamente, y podrá elegir entre las opciones capitalistas de la burguesía y las opciones socialistas de la vanguardia del proletariado.