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segunda-feira, 12 de janeiro de 2009

4ª Parte - REFLEXIONES SOBRE LAS REVOLUCIONES INTERRUMPIDAS1

, por Florestan Fernandes

Todo escrito implica una complicidad entre el autor y el lector. Me ha parecido justo defi nir los términos de esa complicidad. A través de una excursión sumaria por ciertos temas estratégicos,
me parece oportuno que el lector concluya, no importa si a favor o en contra de mis argumentos, cuál será su ruta de entendimiento del tema. No veo mucha difi cultad en seleccionar los temas estratégicos. Considero que son cuatro: el problema de la descolonización, los límites de la “transformación capitalista”, las lecciones de Cuba y determinar quién se aprovecha de las contradicciones en la lucha de clases.


Constituye una tradición afi rmar que la órbita colonial se ha extinguido. Cuando mucho, se admite que han quedado algunos vestigios en los países “más pobres” y “más atrasados” de América Latina. En los otros, que no son muchos, tales cuestiones sólo aparecerían en “ciertos tipos de conducta” (como el mangoneo) o con referencia a “ciertas condiciones de vida” localizadas (por ejemplo, entre indígenas o en las “poblaciones carenciadas”). Nunca se plantea la cuestión central: ¿qué ingresa en el circuito de la descolonización cuando ésta es obra histórica de las elites económicas y militares de los estamentos dominantes? ¿Y qué es condenado a permanecer de manera perpetua fuera de la descolonización para que las clases burguesas emergentes puedan controlar el cambio social progresivo sin arriesgar tanto su supremacía social en lo que respecta a su monopolio del poder político?


También es una tradición establecer un paralelismo tácito entre la transformación capitalista corriente (o posible dentro del capitalismo neocolonial y del capitalismo dependiente) y la que tuvo lugar en algunos países de Europa, así como en los Estados Unidos. Incluso sin poner en jaque ese paralelismo —que nunca debería ser convertido en un modo de ver la historia desde un
“palacio de espejos”—, existen reglas de investigación precisas que exigen que al menos se consideren diferencias relacionadas con la “forma del desarrollo capitalista” y con el “grado de desarrollo capitalista”. Un desarrollo capitalista transformado en satélite no lanza a la arena política a una “burguesía conquistadora”; un desarrollo capitalista con baja industrialización o con una industrialización masiva incipiente no cuenta, de inmediato, con un “proletariado independiente”. Los elementos “objetivos” y “subjetivos” de transformación capitalista imponen, pues, una orientación para arribar a una solución histórica objetiva.

La Revolución Cubana “ha separado” el pasado del presente. Ella no sólo se erige en un marco histórico, un “divisor de aguas”, sino que pone de manifi esto que la negación del pasado se introduce como corriente histórica en el proceso civilizador de América Latina. ¿Qué representa esa revolución como modelo opuesto de las revoluciones interrumpidas? ¿Por qué, en el marco del capitalismo, los elementos dominantes, primero, y las clases dominantes, después, no pudieron ir más allá del cambio social progresivo, cerrado por el egoísmo de los dueños del poder
o confi nado al universo de los “más iguales entre los iguales”? Cualquier revolución verdadera genera patrones propios de cambio social y permite que se reconstruya el entendimiento del pasado reciente y remoto. ¿Por qué no se han explorado estas dos dimensiones en el caso de Cuba, que al mismo tiempo ha modifi cado la calidad de la historia y la calidad de la conciencia histórica en América Latina?

Por último, no es sólo una tradición sino también un lugar común decir que las contradicciones sociales dinamizan la lucha de clases y son una especie de partera del futuro ideal. Ahora bien, esto no pasa de una mera verborragia vacía y de un mecanicismo barato. Las contradicciones refl ejan la forma y el grado del desarrollo del capitalismo, así como la relación recíproca de clases sociales antagónicas. En la tradición marxista lo adecuado sería preguntar si las clases trabajadoras disponen o no de las condiciones objetivas y subjetivas para trabar, en nombre propio y en su provecho, la lucha de clases. ¿Qué hacer para poner fi n a las revoluciones “interrumpidas” del pasado remoto, del pasado reciente y del presente? En las relaciones antagónicas de clases no son la justicia social ni el criterio de equidad de los proletarios los que determinan quién explotará estratégicamente las contradicciones percibidas y dinamizadas a través de conflictos reales o simulados.

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