El
repentino eco de fusiles y ametralladoras que sorprendió la madrugada
del 26 de julio de 1953, se encargó de informar a los pobladores de
Santiago de Cuba y Bayamo, la llegada del alba de la libertad a la isla
que conmemoraba el centenario de José Martí, quien a los 58 años de su
muerte en Boca de Dos Ríos sería declarado autor intelectual de este
nuevo Grito de Baire.
A lo largo del día la noticia se extendió a todo el país, y las
semanas que siguieron, Latinoamérica, el Caribe y el mundo entero se
enterarían de que una nueva generación de cubanos, liderados por el
joven abogado Fidel Castro Ruz, se había alzado en armas contra la
dictadura de Fulgencio Batista y el dominio del imperialismo
norteamericano sobre su patria.
Un episodio que tomaba en apariencia la forma de desastre, habría de
convertirse en cinco años, cinco meses y cinco días, en la aleccionadora
victoria del Movimiento que invocaría tal fecha en su nombre. Gracias a
él los pueblos de todas las latitudes aprenderían que incluso de los
fracasos militares pueden derivarse los más grandes éxitos políticos,
cuando quiera que la causa por la que se alzan es justa, saben
organizarse, cuentan con una dirección responsable, adoptan el programa
correcto de lucha y trabajan con total abnegación por la realización de
su sueño.
Una vez más el indómito Oriente de Cuba se constituía en escenario de
una guerra por la libertad y la independencia. Generosos brazos de
santiagueros y granmenses dejarían abiertas las puertas de sus casas a
fin de que en ellas pudieran refugiarse los sobrevivientes perseguidos.
Numerosos habitantes civiles perecieron en ambas ciudades por obra de la
brutalidad del régimen de Batista. Decenas de revolucionarios
inspirados por los más puros ideales fueron heroicas víctimas del
martirio y el crimen con los que la dictadura cobró su osadía. El decoro
con el que el teniente Sarría se negó a matar las ideas terminaría por
abrir las puertas a La historia me absolverá, legítima declaración de
principios de la Revolución cubana, elaborada en prisión por su genial
conductor.
Sesenta y dos años después de aquel 26 de julio, invicta la
revolución, los cubanos conmemoran, en conjunción con los quinientos
años de la fundación de Santiago, otro aniversario feliz de tan
trascendental acontecimiento histórico. La celebración del 26 de julio,
Día de la Rebeldía Nacional, constituye una demostración más del poder
moral de la construcción del socialismo en Cuba, que como un luminoso
faro indica el rumbo a los demás pueblos del mundo.
Las Fuerzas Armadas Revolucionarias de Colombia Ejército del Pueblo
FARC-EP nos sumamos con devota admiración hacia Cuba, su pueblo y su
dirigencia revolucionaria, al júbilo nacional que hoy late en el corazón
de todos los cubanos. Una revolución que invade países lejanos con
médicos, maestros, constructores y toda clase de desinteresada
solidaridad humanitaria, en medio de un planeta en el que la fuerza de
las armas del capital destruyen, exterminan y saquean naciones en su
afán de mayores ganancias, está llamada a perdurar y extenderse por toda
la faz de la Tierra.
¡Viva el 26 de julio! ¡Viva la Revolución cubana! ¡Viva su gloriosa dirigencia!
La Habana, 26 de julio de 2015.
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